Todo empezó como un plan sencillo: secuestrar a un niño para pedir dinero. Pero el problema no fue la policía… fue el niño.
En esta historia de O. Henry, los papeles se invierten: los secuestradores acaban desesperados y nosotros, como lectores, no sabemos si reír o compadecerlos.
¿Qué harías si tu plan perfecto se vuelve tu peor pesadilla?
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