De ser un ejemplo de país rico y seguro, Suecia ha pasado en los últimos años a sufrir uno de los índices de violencia más altos de Europa. Las mafias, muchas relacionados con el narcotráfico, captan a chavales cada vez más jóvenes porque no son imputables. Y aunque los extranjeros son las primeras víctimas, la extrema derecha los señala. Para los ultras, que ya son segunda fuerza política, este caos es un caladero de votos.
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