Patxi del Campo y Cristina Boscá nos muestran la importancia de permitir a nuestros hijos explorar y descubrir su propio camino en el mundo de la música, sin imponerles instrumentos específicos. A medida que los niños transforman objetos en instrumentos, su cerebro se convierte en un espacio donde la música florece y se desarrolla de manera natural.
Este viaje musical no solo es educativo, sino también una experiencia emocionante, donde los más pequeños pueden participar en la creación de sonidos y melodías. La música se convierte en una forma de juego, en la que cada objeto puede ser un potencial instrumento. Desde el rugido de un monstruo hasta el tintineo de campanillas, los niños pueden dar rienda suelta a su creatividad y encontrar inspiración en el entorno que les rodea.
A través de esta conversación, comprendemos que la música es un viaje en constante evolución, y cada niño pasa por etapas únicas en su exploración musical. La diversidad de sonidos y la diversión de experimentar con diferentes objetos se convierten en un puente hacia una apreciación más profunda de la música. Finalmente, nos inspiran a proporcionar a nuestros hijos un entorno lleno de juguetes sonoros y oportunidades musicales, donde todo puede convertirse en una sinfonía mágica que enriquece sus vidas desde una edad temprana.